Marco Chayo
El lobo y el perro
Resumen de una fábula que deja una buena enseñanza…
En la grandeza de una montaña fría y nevada, un lobo flaco y hambriento caminaba en búsqueda de techo y alimento.
Casi en la ladera se encontró con un perro gordo, limpio y bien cuidado. El lobo sorprendido le pregunta:
– ¿Dónde estás cazando, para estar tan bien comido, limpio y bien perfumado?
– Yo cuido la casa de mi patrón y él me da los huesos de su propia mesa y un refugio donde dormir. De modo que, no necesito cazar, siempre tengo techo seguro y que comer.
El lobo pensó que cuidar la casa del patrón a cambio de tanta satisfacción era demasiado tentador, y le dijo:
– ¡Qué lindo sería ser perro! y vivir bajo el techo de un patrón y saciarme tranquilo con la comida que le sobra…
Mientras caminaban, vio el cogote lastimado del perro.
– Amigo -le dijo-: ¿Qué es esa marca en tu cogote?
– No es nada – dijo el perro, con un poco de vergüenza – es solo la marca de la cadena.
– ¿Cadena? -se asombra el lobo – ¿Tu patrón te tiene atado? – ¿Entonces el precio de la comida es la cadena?
– Lo que pasa es que soy demasiado inquieto -dijo el perro- me amarran durante el día para que duerma y vigile cuando llega la noche.
– Pues entonces -contestó el lobo- disfruta tú de esa comida, porque yo no quisiera ser ni rico, ni poderoso a cambio de no ser libre.
El lobo volvió feliz corriendo a la montaña, con frío y con hambre, pero con la satisfacción de poder elegir su propio destino y con la convicción de ser capaz de pasar el crudo
invierno y después disfrutar de la primavera y el caliente verano de la montaña.

Este relato nos sirve para entender que podemos ser lobos o perros, lo que no significa que uno sea mejor que el otro, tampoco significa que esto deba ser para siempre, hay perros que se han transformado en lobos y lobos que se han vuelto perros. A la mayoría de los lobos les ha tocado trabajar en grandes empresas, hasta que cortan la cadena y optan por el cambio.
Trabajar dentro de una empresa y sentir el rigor de la cadena, es parte de la transformación del lobo porque lo cierto es que el emprendedor no puede avanzar sin libertad pero tampoco sin disciplina, pero nadie está obligado a condenarse a un destino gris en trabajos que matan nuestra pasión en ocho horas diarias o incluso más.